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Adi Iglesias, quinta en París, pero campeona contra la discriminación

Adi Iglesias, durante la gala Laureus el pasado mes de abril
Adi Iglesias, durante la gala Laureus el pasado mes de abrilBeatriz Velasco / GETTY IMAGES EUROPE / Getty Images via AFP
La española Adi Iglesias (25), campeona paralímpica en Tokio, no pudo revalidar este martes en París su oro de hace tres años en los 100 m T13 (5ª), pero su recorrido vital y su ejemplo inspiracional hacen de ella uno de los rostros de los Juegos Paralímpicos de la capital francesa.

Si hay un verbo que podría resumir la existencia de Adiaratou Iglesias Forneiro es correr. A veces para huir de la discriminación y los prejuicios, y otras para llegar a la línea de meta antes que sus adversarias sobre el tartán.

Incluso antes de saber lo que era el atletismo ya sentía un cosquilleo por dentro cuando galopaba por las calles de su barrio en Bamako, sin alejarse demasiado de su casa, por lo que pudiera pasar, o cuando veía a las atletas por televisión.

Obstáculos

Aunque su periplo vital se vio mucho más salpicado de obstáculos que el hectómetro en el que se coronó en los paralímpicos de Tokio y en el que este martes finalizó en quinta posición de una prueba ganada por la azerbaiyana Lamuya Valiyeva (con récord del mundo), con la brasileña Royane Soares da Silva como medalla de plata.

Porque desde que vino al mundo en Mali (África) hace 25 años, hija de padres negros, su piel blanca a causa del albinismo -un trastorno genético que impide la producción de melanina- poco menos que la condenaba a una vida de dificultades, recelos, y temores por su integridad física en un país en el que las personas albinas no son socialmente aceptadas, acusadas de portar mala suerte.

Por ello, incluso a veces se llega a terminar con sus vidas para utilizar sus miembros en rituales contra la mala suerte.

'Se pierde más que se gana'

Adi, así llamada porque como ella misma reconoce "la gente no sabe pronunciar" Adiaratou, fue enviada por sus padres, en busca de un futuro mejor, a España, donde le esperaba un hermanastro. Pero los inicios tampoco fueron los esperados para la niña Adi, que a consecuencia de la difícil relación con su familiar, terminó en un centro de menores, desde el que fue adoptada por Lina Iglesias, la mujer que cambió su vida.

Adi, cuyo albinismo le provoca una importante discapacidad visual, comenzó en Galicia su relación formal con el atletismo, que la llevó también a ganar una medalla de plata en los paralímpicos de Tokio en los 400 metros y a subirse a varios podios en campeonatos del mundo.

"Esta vez venía mentalmente y físicamante preparada para revalidar mi título de campeona de los 100 m lisos, pero no ha podido ser, forma parte del deporte, ahora mismo reflexionar y sacar lo mejor, y que no me influya para la siguiente carrera", contó Adi a la AFP desde la zona mixta del Estadio de Francia instantes después de su actuación en los 100 metros, dos días antes de que compita en los 400 m T13, una prueba que no es la que mejor se le da.

"No sé si tengo opciones, al final hay que estar aquí, hay que correr, soy una persona que por suerte se me dan muy bien todas las pruebas de velocidad, y el día 5 voy a intentar también dar lo mejor de mi, el 400 no es mi prueba, está más difícil incluso que el 100 pero ahí voy a estar", afirmó.

"Se pierde más que se gana, soy una persona que me siento afortunadísima porque he conseguido todos los títulos que se pueden conseguir, así que aunque haya perdido para mí no es una derrota porque lo he dado todo", proclama Adi, una campeona de la vida que, meses atrás, fue incluso invitada por la Comisión Europea para dar una charla sobre la lucha contra el discurso de odio y los crímenes de odio.