Los Hispanos frenan el ímpetu de Japón y vuelven a la senda del triunfo (37-33)
Los Hispanos querían olvidar lo sucedido ante Suecia con un triunfo ante Japón, un rival incómodo pero más asequible que el propio conjunto escandinavo o Alemania. Ni siquiera el hecho de que avancen cuatro selecciones de seis ofrece certezas a estas alturas de una película que puede tener un final feliz, agridulce o directamente dramático. En el caso de las Guerreras, con pleno de derrotas, todo apunta en una misma dirección.
Los de Jordi Ribera aspiraban a tener parcial positivo de nuevo para acercar el billete a cuartos. Antonio Carlos Ortega, técnico del Barça y encargado de liderar al cuadro asiático, conoce a las mil maravillas a Jorge Maqueda, los hermanos Dujshebaev y compañía. El reto a nivel táctico, por tanto, era importante: el guion que iba a plantear el rival estaba marcado por un ritmo alto, sin demasiadas pausas, y constantes transiciones.
La escuadra nipona encajó un 2-0 al comienzo, pero se repuso e igualó de inmediato. La primera mitad dejó ni más ni menos que 38 goles, una veintena a favor de España, a la que le interesaba un duelo algo menos acelerado. Igualmente, la superioridad a nivel de calidad se reflejó con esa ligera brecha tras media hora de juego, un lapso de tiempo en el cual el papel de los porteros fue casi residual. Aquello era, por momentos, un correcalle.
Golpe de efecto
En el segundo acto, Rodrigo Corrales empezó a adquirir protagonismo y sus intervenciones fueron claves para que los suyos tuvieran una renta de cuatro tantos en varias ocasiones. Los de Ortega, que aún no saben lo que es ganar en esta edición de los Juegos Olímpicos de París, intentaron recortar distancias de forma incesante, pero no conseguían mejorar lo suficiente atrás para dar pasos hacia la remontada (37-33).
Con seis dianas cada uno, Naoki Fujisaka y Kosuke Yasuhira se erigieron como los más determinantes en el cuadro que actuó como visitante -a efectos prácticos, por distancia, así era-. Ambos jugadores pusieron en no pocos problemas a un equipo llamado a pelear por alguno de los metales en la capital francesa. Ninguno de los integrantes de la selección de Ribera se quedó sin anotar -a excepción de los guardametas-, lo que demuestra que este buen resultado tiene sello colectivo.