Este jueves 21 de diciembre estaba marcado en el calendario. Después de un larguísimo y complejo proceso, con muchas idas y venidas, se llegaba a una fecha clave para dilucidar el futuro del fútbol continental. Tocaba decidir si la UEFA y la FIFA tienen posición de dominio al obligar a los clubes a ceder los derechos en las competiciones en las que participan o si, por el contrario, contaban con el respaldo legal para actuar de tal manera.

Aunque la idea se remonta a tiempos pretéritos, el origen del proyecto se establece en el 18 de abril de 2021, cuando una docena de entidades (Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid como únicos representantes de LaLiga EA Sports) anunciaron la creación de su propio torneo cerrado -luego, ante el rechazo generado, hicieron una remodelación del formato-. La Juventus de Turín, en cambio, optó por abandonar el barco en 2022.

Más de dos años y medio después, el TJUE ha resuelto a favor de la Superliga. Considera que hay "un abuso de poder dominante" por parte de la UEFA y la FIFA y, además, deja claro que no se admitirán las sanciones contra los participantes porque dichos castigos "violan el derecho de la Unión Europea". En otras palabras, dichas instituciones no tienen exclusividad. Además, conviene recordar que no cabe recurso.

"Las normas de la FIFA y de la UEFA sobre la autorización previa de competiciones de fútbol entre clubes, como la Superliga, son contrarias al Derecho de la UE, al Derecho de la competencia y a la libre prestación de servicios", continúa el texto. Asimismo, la justicia es rotunda a la hora de exponer que las facultades de ambos organismos "no están sujetas a ningún criterio que garantice su carácter transparente, objetivo, no discriminatorio y proporcionado".