Una remontada española que vale una final olímpica (1-2)
Centro de datos del Marruecos-España
Comenzó el partido pidiendo el balón España para rebajar los ánimos de los 50.000 marroquíes presentes en el Velodrome marsellés y reducir la intensidad de los 11 jugadores que mordían como leones del Atlas hambrientos de medalla, en busca de la primera final de su historia. El plan era el de siempre realmente: crear en base a la posesión e intentar hacer daño entre líneas, evitando al mismo tiempo los rápidos contragolpes de los norteafricanos.
El primer peligro para los de Santi Denia se lo quitaron de en medio sin querer. El árbitro, el uzbeco Tantashev, que había comenzado a sacar de quicio a los españoles, tropezó con Marc Pubill y se hizo daño en el tobillo. Lo suficiente para no poder continuar.
Una vez reanudado el encuentro con el cuarto colegiado, Glenn Nyberg, como principal, fue Fermín quien estuvo cerca de abrir el marcador con un disparo lejano marca de la casa. Munir, el melillense, despejó a córner en una magnífica intervención. No era el único nacido en España defendiendo al país de sus ancestros. Ahí estaban el capi, el madrileño Achraf Hakimi, o el catalán Ilias Akhomach. Incluso Ez Abde, desde los siete años viviendo en la Península y que en su día decidió defender a La Roja. Pero Luis Enrique no le llamó...
Un penalti evitable
Esa motivación extra seguro que ayudó a los marroquíes a sacudirse la presión hispana y a asomarse a los dominios de Arnau Tenas. En uno de esos contados ataques, un error de Pablo Barrios al despejar un balón en el área y golpear la pierna de Richardson, acabó en penalti. Rahimi, previo permiso de Hakimi, fue el encargado de lanzarlo y colocar el 1-0. La celebración del punta, por cierto, en la cara de Arnau sobró y mucho. Luego tendría su merecido.
Y a pesar de que Álex Baena, en una de sus pocas apariciones, estrelló un balón en el palo tras un mal despeje de Munir, los españoles protagonizaron hasta el descanso los peores momentos en los Juegos.
Fermín, tócala otra vez...
Agitó el árbol el seleccionador español de cara a la segunda mitad, cambiando a Sergio Gómez a la derecha y dejando solo a Barrios en el medio centro para liberar a Baena. Y lo volvió a hacer, ya con futbolistas de refresco, pasado el cuarto de hora. Pero el que tiró del carro, como en cuartos, fue de nuevo Fermín. El barcelonista, campeón de Europa absoluto, apareció en el área para quitarle el balón a El Ouahdi y soltar un zurdazo raso adonde no pudo llegar Munir. Golazo del onubense y nervios fuera con el 1-1.
...y déjasela a Juanlu
Como el fútbol es un estado de ánimo, las tornas con el empate cambiaron radicalmente. Pero Miguel Gutiérrez cometió un error que estuvo a punto de costar muy caro. Falló Richardson, como también lo hizo Ben Seghir poco después. Los marroquíes, gracias a esas ocasiones y al empuje desde la grada, se volvieron a animar y a rondar con peligro la meta de Arnau Tenas. Era entonces un partido de ida y vuelta. Por fortuna para España, por el campo andaba aún Fermín. Y con su calidad, paró el tiempo para inventarse una asistencia que dejó a Juanlu con todo para marcar. El sevillista no se lo pensó dos veces y remató con el corazón para firmar el 1-2 y la remontada.
Hubo que sufrir en los últimos instantes, pero La Roja aguantó estoicamente y estará en la final de los Juegos Olímpicos.