Joaquín Caparrós respira sevillismo. Nació en Utrera, como Dani Ceballos, y es un fiel seguidor del club al que ha dirigido en más de una ocasión. Lo entrenó durante un lustro en su primera etapa, entre 2000 y 2005, y volvió a hacerlo como solución de urgencia, en abril de 2018, tras más de una década acumulando experiencias lejos de la capital andaluza. La historia se repitió en el tramo final de la siguiente campaña, cuando abandonó el despacho (era director deportivo) y bajó otra vez al banquillo.
La llegada de Julen Lopetegui en 2019 trajo consigo una más que necesaria estabilidad, si bien se diluyó con su marcha. Caparrós, por su parte, continuó su camino como seleccionador de Armenia. Desde este destino tan exótico, donde permaneció dos años y medio, siguió la trayectoria de la entidad de Nervión. Ahora, en cambio, el contexto tiene tintes de ser dramático (fuera de Europa y sin margen sobre el descenso).
Este sábado, tras el 0-3 del Getafe en el Ramón Sánchez-Pizjuán, se dio a conocer el adiós de Diego Alonso. El cargo está libre y ya empiezan a sonar algunos nombres. La prensa local coloca a Quique Sánchez Flores como principal candidato, pero el ex del Athletic deja claro que no tendría ningún impedimento para asumir dicha responsabilidad. Su incorporación, en caso de concretarse, llegaría en una situación diferente a los últimos precedentes porque el equipo estaba mucho más arriba.
"Quiero desmentir algunas informaciones dadas sobre mi estado de salud. Actualmente me encuentro perfectamente, con mucha fuerza, y no ha habido cambios. Sigo con la misma mentalidad y energía de siempre", explicó el técnico, que se reencontraría con jugadores como Jesús Navas o Sergio Ramos, a los que dirigió a comienzos de siglo, cuando el palaciego y el camero se presentaban al mundo del fútbol.