Salvo para su círculo más próximo, la figura de Juni es casi enigmática. No le gusta exponerse, rehúye el contacto con la prensa y mueve los hilos detrás del escenario. Con los 50 años ya rebasados, en los diez que lleva en Valdebebas ha conquistado el respeto de todos, se ha convertido en una figura indispensable y empleado de absoluta confianza de José Ángel Sánchez y Florentino Pérez, que le nombraron director de fútbol internacional
El giro en la estrategia madridista de apostar por talento joven, aunque no fuera de rendimiento inmediato, no siempre ha sido un camino de rosas. Juni ha aguantado y sufrido, en segundo plano, un tsunami de críticas, reproches y mofas cuando algunos recién llegados como Vinicius, Rodrygo o Militao tardaron en alzar el vuelo, pero el tiempo y la paciencia le han entregado la razón en bandeja de plata.
Su capacidad de persuasión es una de sus principales armas. Una vez detectado y seleccionado el objetivo a conseguir pone en juego su astucia y sus aptitudes diplomáticas para despejar el camino de obstáculos.
Aparte de los brasileños (el mercado que mejor domina), futbolistas como Camavinga, Valverde, Kubo, Odegaard, Rudiger o Arda Güler llegaron al Madrid, en gran parte, gracias a las gestiones de Calafat. Cierto es que no todo son laureles en su hoja de servicios. Ha habido apuestas que no han salido bien, como las del brasileño Lucas Silva o el paraguayo Sergio Díaz y está por ver si Reinier toma el camino hacia las estrellas o se queda en el purgatorio. Tampoco logró sacar adelante una misión para Navy Seals de la negociación: liberar a Neymar de la tela de araña que había tejido el Barça para ficharlo en 2013 cuando el jugador ya había pasado incluso reconocimiento médico con el Madrid.
Sin embargo, su balance es abrumadoramente positivo, ha contribuido a conquistar títulos y a generar enormes plusvalías en las ventas. Sin su determinante influencia es muy posible que ahora Vinicius y Arda Güler estuvieran en el Barça, Valverde en el Arsenal y Rodrygo en algún otro club de la Premier. Muy posiblemente tampoco habría llegado Militao. También participó muy activamente en el fichaje de Jude Bellingham, con quien mantuvo contacto desde mucho antes de su fichaje.
Trabajador incansable, desde su guarida de Valdebebas observa, estudia y analiza, junto a su equipo, posibles apuestas de futuro, habla con decenas de agentes y con los miembros de la red de ojeadores que ha ido creando con esmero por el mundo. Sus amigos lo definen como “una persona íntegra, ético hasta el extremo, que jamás pisará a nadie a conciencia”. Lejos de su despacho y cuando aparca el teléfono, sus grandes aficiones son la música (le encantan grupos como The Cure, The Mission, Queen y toca la guitarra) y el pádel, pero su pasión más ferviente es su familia, especialmente su mujer y sus dos hijas. Idolatraba a su padre, al que echa de menos cada día y a quien aún se refiere como “el artista”.
Antiguo relaciones públicas y comentarista televisivo, sus amigos aseguran que fue un impresionante jugador de fútbol sala, muy técnico y con gran talento. Ofreció exhibiciones en el colegio SEK, en La Salle San Rafael, en Coslada, Torrejón y Móstoles pero en el fútbol once su única incursión fue a través de sus notables dotes para la captación.
Con formación en marketing y negocios. Calafat también interviene activamente en las negociaciones económicas hasta que José Ángel y Florentino dan el visto bueno definitivo. Íntimo amigo de iconos como Ronaldo Nazario o Roberto Carlos, su laboratorio no descansa pese a la lluvia de títulos en los últimos años. Él siempre conduce con las luces largas encendidas, mirando al futuro.
En su radar actual aparecen nombres que serán estrellas en el futuro. En algunos de estos casos lleva tiempo trabajando a pico y pala porque un fichaje nunca es cuestión de un día y recoger el fruto es siempre la recompensa a un arduo trabajo previo en el que Calafat ya se ha ganado el status de maestro.