Publicidad
Publicidad
Publicidad
Más

El sábado en un Nápoles que contiene la respiración pero ya celebra

Antonio Moschella
Las calles del barrio de Forcella
Las calles del barrio de ForcellaAntonio Moschella
Las calles de la ciudad rebosan de gente, con turistas que se mezclan con la celebración de los lugareños, que cargan el ambiente de entusiasmo y esperan la explosión final

Laura llegó a Nápoles haciendo autostop desde Bolonia, donde estaba de vacaciones. Ella, una argentina de 39 años que creció con el culto a Diego Armando Maradona, decidió llegar a la ciudad donde el Diez argentino se hizo eterno para no perderse un momento único. "La pasión que siento por Maradona me hizo pensar que no podía perderme una oportunidad así. Y una vez que hablé con unos amigos que viven aquí, dije que tenía que estar en Nápoles este fin de semana", exclama Laura, que junto a una amiga decidió hacer autostop para acercarse, dados los desorbitados precios de un tren de Bolonia a Nápoles:"Conseguimos llegar a una estación de servicio cerca de Roma después de que nos llevara un camión. Luego hicimos el último tramo en tren regional. Nopodía perderme esta fiesta'. El resto lo hizo el sofá de algunos de sus amigos, que no pudieron resistirse a recibir a los improvisados invitados.

Un argentino en Nápoles
Un argentino en NápolesAntonio Moschella

Una fiesta que Nápoles lleva esperando exactamente 33 años. Más concretamente, desde aquel 29 de abril en el que los azzurri derrotaron al Lazio y conquistaron matemáticamente el segundo Scudetto de su historia. Pero si entonces fue Maradona, hoy es el triunfo del equipo, como reitera un grupo de personas sentadas a una mesa en el típico barrio de Forcella:"Diego era un extraterrestre. Nadie más será como él. En su momento, el Nápoles ganó porque él estaba en el equipo, pero hoy es la victoria de un grupo".

El histórico mural de Maradona
El histórico mural de MaradonaAntonio Moschella

El ambiente de alegría y júbilo se respira en cada rincón de la ciudad. Si normalmente caminar por las calles de los Decumani, Forcella, Vasto y los Quartieri Spagnoli ya es arduo de por sí, el fin de semana en que el Nápoles podría celebrar oficialmente el tercer título de su historia, la multitud es cuatro veces mayor de lo habitual. Para llegar al histórico mural que representa a Maradona en Via Emanuele De Deo, hay que abrirse paso entre la multitud.

Entre los presentes, además de Laura, hay otros argentinos llegados de España y otros lugares del mundo. Uno de ellos, Gunter, se aloja en Pompeya porque no encontró alojamiento en la ciudad. Pero a él, hincha de Argentinos Juniors, el primer equipo de Maradona, no le importa: "Me basta con quedarme aquí, así también puedo moverme a pie". Al fin y al cabo, la peregrinación de los napolitanos a Pompeya para pedir el indulto es todo un acontecimiento histórico, y puede que muchos decidan recorrer a pie los 24 km que separan la capital del santuario más importante de la región en caso de certificado de victoria.

Un camarero en un bar de celebración
Un camarero en un bar de celebraciónAntonio Moschella

Turistas de toda Europa y del mundo y lugareños se unen para cantar y bailar, y los extranjeros intentan comunicarse con quienes llevan décadas sosteniendo puestos informales. El entendimiento es gestual, porque algunos de los encargados locales apenas mastican el italiano, mientras que el inglés sólo lo utilizan algunos de los más jóvenes. Ahora, sin embargo, el único idioma que se necesita es el de la alegría, la alegría de un ambiente festivo que lleva semanas instalándose en las callejuelas de la ciudad y que ahora se acerca a su clímax final.

Un baile improvisado
Antonio Moschella

El ambiente rebosa entusiasmo, se oyen estallar petardos por todas partes y se vislumbra humo. Los coros de los aficionados se suceden, mientras el ambiente parece el de Nochevieja, el momento en que los coches se aparcan y las calles están totalmente ocupadas por la gente. Porque la fiesta es del pueblo, de los niños que juegan inocentemente en la calle y apenas se enteran de lo que está pasando, y de los ancianos que han vivido la época dorada en la que poblaban las gradas del entonces estadio de San Paolo.

Una sucursal del estadio en el barrio español
Una sucursal del estadio en el barrio españolAntonio Moschella

Es un sábado que a pesar de algunas lluvias y cielos grises se ha serenado gracias a la gente. Gente que lleva 33 años esperando un acontecimiento, después de contener la respiración hasta el infinito. Es el sábado del pueblo del Leopardo, ese pueblo que siente la fiesta como si la espera fuera en sí misma la celebración. Mañana será otro día. Quizás histórico.