Las lágrimas de Benjamín Jiménez, el árbitro que pensó en la retirada por una lesión

Benjamín Jiménez dejó de botar el balón cuando tenía 13 años, pero ni mucho menos se apartó del baloncesto, su gran pasión. Decidido a ser árbitro, se vio obligado a elegir entre ser protagonista o intentar no serlo. Y escogió la segunda opción. Lo hubiese tenido más complicado, dice, en el caso de apostar por la primera, pero la única certeza es que ahora forma parte de la élite española.

"En aquella época solo se concedía una licencia: o jugabas o arbitrabas. Al acabar el año de infantil, antes de pasar a cadete, yo me saqué la de árbitro. Y hasta hoy. Como jugador no hubiera logrado ni la mitad, fue un gran acierto", explicaba en un reportaje publicado por la acb allá por septiembre de 2021. Sus primeras canastas fueron en el colegio La Salle Buen Consejo de Puerto Real (Cádiz).

Paso a paso

Después de un largo recorrido por las categorías base de la provincia y de Andalucía, dio el salto hacia competiciones nacionales. Fue cumpliendo etapas hasta que un día cambió todo: "Estaba aparcando mi coche a las dos de la tarde en la puerta de casa y me llama Ángel Luis Romero, del Departamento de Arbitraje de la FEB, para comunicarme que acaba de entrar un fax de la acb con mi nombre: ¡Había ascendido! Era mi sueño y era lo máximo que me podía suceder".

Va camino de las 20 temporadas en Liga Endesa y aspira a llegar a diez en Euroliga, pero tras las muchas señales que le había enviado su cuerpo (en diferentes años), se vio obligado a echar el freno de mano: "De esas que vas aguantando y tirando, forzando y sin detenerme, a base de antiinflamatorios, hasta que llegué a un punto, en abril de 2019, donde no podía más y tuve que parar por primera vez. Cuando me miraron, comprobaron que había numerosas pequeñas roturas dentro del tendón".

A punto de dejarlo todo

Álvaro Cervera, actual entrenador del Real Oviedo, le recomendó que acudiera al doctor Mikel Sánchez, que había tratado a Santi Cazorla, quien recuperó su versión más óptima tras sufrir un calvario en el Arsenal. Llegaron los síntomas de mejoría, pero también las malas noticias. La pandemia ralentizó la recuperación debido a que tuvo que esperar más de la cuenta para poder pasar por quirófano. A los dos meses, pese a que todo parecía ir bien, le dijeron que su tendón se había roto casi al completo por el otro extremo.

"Ese día pensé en retirarme, lo digo así de claro. Aquel 5 de agosto en el que me confirmaron que me había vuelto a romper supone uno de los trances más difíciles que viví jamás. He tenido momentos complicados en mi vida, pero ese de pensar que tu carrera profesional acababa por una lesión es el más duro. Todo lo que había entregado desde mis 13 años se iba al garete. Durante dos o tres días solo pensé en tirar la toalla y en poder hacer una vida normal tras la operación", recordaba durante la entrevista.

Un llanto incontrolado

Con el alta médica desde el comienzo de la temporada 2021/22, Jiménez puede seguir disfrutando de aquello que le apasiona y le da de comer. Este fin de semana estuvo presente en la Copa del Rey, una de las citas más importantes del baloncesto español y, sin duda, la que más emociones desata por todo lo que se vive en un lapso de cuatro días. Tras uno de los partidos, fue incapaz de contener las lágrimas: "Muchas gracias, tíos, y perdón por lo del segundo cuarto. Gracias, gracias", le decía a los otros dos árbitros.

La acb ha querido poner en valor el trabajo de un colectivo que ha pasado desapercibido. "La figura del árbitro no es siempre una figura fácil en el mundo del deporte. No obstante, detrás de cada árbitro hay una persona que trabaja por mejorar cada día y que hace frente a muchos obstáculos en el camino. Este momento de Benjamín Jiménez refleja ese camino", indican desde la organización.