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México y sus naturalizados: una nueva forma de entender a la selección

Aguirre, pensativo en una comparecencia.
Aguirre, pensativo en una comparecencia.ULISES RUIZ / AFP
El nacionalismo en México se va curtiendo desde la infancia. Los lunes, en varias escuelas primarias del país y antes de entonar el himno previo a las clases, los alumnos suelen formarse para rendirle honores a la bandera por medio de un juramento.

Mientras la insignia tricolor ondea en el patio central, los niños formados en hileras declaran al unísono: “Te prometemos ser siempre fieles a los principios de libertad y de justicia que hacen de nuestra Patria una nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia”.

Y, como cualquier otro símbolo patrio, la Selección Mexicana de Fútbol genera un apego emocional que muchas veces carece de raciocinio: sé es sobre todo y, ante todo, sin importar el camino empedrado carente de victorias de renombre que se puedan celebrar. 

Pero, a pesar de ese nacionalismo ferviente, los duros reveses que el fútbol nacional ha sufrido a lo largo de los años han generado que la selección se vea tentada a utilizar a jugadores nacidos en otros países que, con mayor o menor apego a México, llegan a la Liga MX donde encuentran el éxito que no hallaron en otros lugares. 

Los naturalizados a lo largo de la historia

En total, a lo largo de la historia, México ha utilizado hasta ahora en partidos oficiales a 17 futbolistas no nacidos en el país. Pero, más allá de la estadística, el contexto de cada uno de ellos ilustra las distintas facetas que el Tri ha vivido en su historia: desde sus erráticos comienzos hasta las últimas décadas donde se quiso competir

Los primeros seis naturalizados fueron el peruano Julio Flores (1935-1938), los españoles Lorenzo Camarena (1936), José López Herranz (1938) y Carlos Blanco Castañón (1954-1958), el cubano Jorge Romo (1949-1960) y el argentino Carlos 'El Charro' Lara (1954-1958). De todos ellos, sólo Romo jugó como defensa más de 10 partidos (14). 

Los últimos resultados de México.
Los últimos resultados de México.Flashscore

En ese periodo de 25 años, desde la época posrevolucionaria hasta la lucha contracultural de inicios de los 60, el fútbol mexicano fue edificándose en medio de una idiosincrasia que comenzaba a verlo como un poco más que simple entretenimiento, pero lejos del deseo ferviente de ganar que se instalaría décadas más tarde.

Sin embargo, tras el Mundial de Inglaterra 1966 y sobre todo después de la Copa del Mundo de 1970 en casa, la primera justa televisada a color y que marcó una nueva forma en la que el planeta comenzó a ver el fútbol de selecciones, generó una explosión nacionalista en México alrededor del Tri. 

Pero a ese fervor provocado por la selección le faltó la calidad futbolística de sus jugadores que terminaban por claudicar cualquier ilusión del país. Y en todo ese tiempo de claroscuros en los que con mucho dolor se empezaba a comprender que no íbamos a ser jamás de la élite mundial, México nunca utilizó a extranjeros nacionalizados en sus convocatorias. En 40 años, el Tri intentó competir con producto de origen sin lograr los resultados anhelados

Todo cambió en 2002 con un contexto desfavorable para una selección que, si bien no figuraba entre las mejores del planeta, sí se había afianzado como la dominante en la Concacaf. Sin embargo, en aquella eliminatoria previa a la Copa del Mundo de Corea-Japón, ese dominio regional se tambaleaba bajo el mando de Enrique Meza, un entrenador ganador en liga que había sucumbido ante la presión tricolor. 

Ante el peligro de quedar fuera de la Copa del Mundo, un joven Javier Aguirre irrumpió en la palestra. El Vasco había demostrado pundonor, agallas y valentía con su Pachuca, un equipo chico que quería dejar de serlo y que se plantaba en cualquier cancha para imponer las condiciones de su técnico. 

Tras ser nombrado entrenador de la selección, Aguirre aprovechó la buena camada de Cruz Azul que había puesto al país de cabeza con sus actuaciones en Libertadores –y que Meza no utilizó— y a parte de sus Tuzos. Entre ellos al argentino Gabriel Caballero, que llevaba seis años en México. Aunque su convocatoria provocó algunas críticas, la necesidad de clasificar opacó cualquier otro cuestionamiento. 

Sin embargo, y aunque Caballero se había adaptado bien al fútbol mexicano con Santos y con Pachuca, su convocatoria abrió la caja de pandora de los naturalizados, gracias en parte por lo atractivo que se volvía cada vez más la liga mexicana para jugadores sudamericanos en busca de sueldos atractivos y sin tanto fanatismo desaforado. 

Un nuevo sentido patriótico

Mientras en casi 70 años México utilizó a siete futbolistas no nacidos en el país, a partir de 2002 y hasta la fecha, el país ha visto a 11 jugadores nacionalizados vistiéndose de verde y cantar el himno nacional previo a un partido oficial. Tras Caballero fueron llamados otros siete hombres nacidos en Argentina (Guillermo Franco, Matías Vuoso, Lucas Ayala, Damián Álvarez, Christian Giménez, Rogelio Funes Mori y Santiago Giménez), dos brasileños (Antonio Naelson ‘Sinha’ y Leandro Augusto) y un colombiano (Julián Quiñones). 

Y aunque no existe un impedimento para que estos futbolistas y otros que vendrán puedan vestir la camiseta del Tri –desde el punto de vista legal del país y de la FIFA—, existe una parte de la población que se pregunta si tener que recurrir a extranjeros para competir no desnuda más las carencias de nuestra idiosincrasia deportiva y si no es una salida fácil para tratar de disimular las carencias sociales y deportivas de nuestros procesos de formación de futbolistas

La racha de México.
La racha de México.Flashscore

Para la siguiente convocatoria de fecha FIFA de septiembre en la que México enfrentará a Nueva Zelanda y Canadá, los medios especularon con el llamado de Germán Berterame, un argentino de 25 años que llegó en 2019 a México para jugar con el Atlético San Luis. 

Si bien Aguirre no llamó al delantero de Rayados, la convocatoria sí tuvo en su lista al arquero Álex Padilla. Un joven de 20 años de padre vasco y madre mexicana que nació en Guipúzcoa y que vivió de los tres meses de edad a los siete años en Chihuahua. Aunque jugó con las divisiones menores de la selección española, el portero se comprometió en este año para jugar con el Tri. 

Ante este contexto, varios mexicanos se preguntan si, con tantos jugadores extranjeros naturalizados o con doble nacionalidad disponibles, sigue valiendo la pena el nacionalismo arraigado desde la infancia o si es mejor terminar de entender, de una buena vez, que el sentido patriótico de la selección mexicana ha cambiado para siempre.