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Mundial-2022: tras los pasos de Lucas Paquetá, orgullo de toda una isla

AFP
Lucas Paquetá, jugador del West Ham
Lucas Paquetá, jugador del West Ham AFP
El centrocampista brasileño Lucas Paquetá, gran socio de Neymar en la 'Seleção' y recién llegado al West Ham de Londres, estaba destinado a jugar en Inglaterra: ¡Es un isleño puro!

Pocas personas fuera de Brasil lo saben, pero Paquetá no es su apellido. Es el nombre de la pequeña isla donde creció, en la bahía de Rio de Janeiro.

Con sus antiguas casas de estilo colonial, sus caminos de tierra y su exuberante vegetación tropical, Paquetá es un lugar popular para turistas y habitantes de Rio que buscan escapar del ajetreo de la megalópolis.

En Paquetá no hay coches: las personas se desplazan en bicicleta o en carros de pedales. Para llegar a esta aldea de 3.000 habitantes, oficialmente un distrito de Rio, hay que tomar un ferri en el muelle del centro de la ciudad turística de Brasil.

La travesía dura aproximadamente una hora y ofrece una vista impresionante del Pan de Azúcar y del Cristo Redentor del Corcovado, que se ve retroceder gradualmente a medida que la pequeña isla se acerca con su encanto de antaño.

 "Zurda especial" 

Ese viaje fue el que el joven Paquetá, cuyo nombre real es Lucas Tolentino Coelho de Lima (29), hizo todos los días desde los nueve hasta los once años, para entrenar en el Flamengo, el club más popular de Brasil. Allí debutó como profesional a los 19 años, en 2016.

Pero sus primeros pasos en un campo de fútbol fueron en el Municipal Futebol Clube de Paquetá, donde su abuelo entrenó equipos juveniles y su padre jugó en torneos amateur.

Cuando tenía cinco o seis años, "él pateaba el balón mientras nosotros estábamos dentro del vestuario alistándonos", cuenta Irakitan Velloso de Almeida, su primer entrenador en categorías menores.

"Por la forma en que golpeaba la pelota, se veía que tenía potencial. Ya tenía una zurda especial", agrega este entrenador voluntario de 50 años, que se gana la vida como guardia municipal.

Con apenas siete años, el pequeño "Luquinha", como le apodaban entonces, ya jugaba en el campo del Municipal, que tiene una vieja tribuna de cemento con la pintura descolorida.

"Quiero ser como él cuando sea mayor, es una inspiración para todos los que estamos aquí", afirma Nicolás Rabelo, de 12 años, que viste con orgullo la camiseta roja del club en el mismo campo donde el centrocampista de los pentacampeones jugó por primera vez con botines.

Ejemplo de éxito

La casa donde creció el número 11 del West Ham está a 200 metros del estadio, sobre la misma calle.

Es un hogar modesto. Los dormitorios se encuentran arriba y en la planta baja están la peluquería de su abuela y el taller de carpintería de su abuelo.

Ambos, a quienes estaba muy unido, fallecieron recientemente, y ahora una de sus tías ocupa el lugar.

"Su padre era militar. No eran pobres, pero sufrieron aprietos", revela su antiguo DT.

Fue su abuelo quien lo llevaba al continente todos los días para entrenar en el Flamengo.

"Salían hacia el mediodía, después de la escuela, y volvían a última hora de la noche, en el último ferri. A menudo se limitaban a comer un sándwich, porque era demasiado caro comer fuera", dice De Almeida.

"Lucas es un ídolo aquí y sobre todo un ejemplo de éxito. Ha pasado por las mismas dificultades que los demás isleños que dependen del ferri para ir a trabajar al continente", insiste.

Pero crecer en una isla, señala el entrenador, también tiene ventajas: "Es un lugar propicio para el deporte, los niños a los tres años ya andan en bicicleta, saben nadar, se suben a los árboles".

Problemas de crecimiento 

Paquetá se trasladó finalmente al continente con sus padres cuando tenía 11 años, pero otros obstáculos se interpusieron en su camino.

A los 15 años, su talento era innegable, pero apenas medía 1,53 metros.

"Tuvo que entrenar por separado y tomar suplementos nutritivos. Fue una época difícil", dice Wilton José Emilio Gomes, conocido como "Kiko", vicepresidente del Municipal.

"Kiko" guarda como reliquia los botines que le obsequió el jugador el día que marcó su primer gol con la selección, en 2019, ante Panamá.

Afortunadamente, el pequeño "Luquinha" ha crecido casi treinta centímetros en tres años y se hizo un nombre en Flamengo, el AC Milan, el Olympique de Lyon y ahora el West Ham.

"Es genial ver brillar así a un chico que ha crecido con nosotros. Es el orgullo de la isla. Vamos a reunirnos todos para ver sus partidos del Mundial en una pantalla grande", dijo Jardes Nascimento, de 24 años, que estaba en su clase en la escuela.