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Ousmane Dembélé, el jugador de los odios y amores que enloquece a Xavi y al Barcelona

Ousmane Dembélé, el jugador de los odios y amores que enloquece a Xavi y al Barcelona
Ousmane Dembélé, el jugador de los odios y amores que enloquece a Xavi y al BarcelonaAFP
La estabilidad no es un sinónimo entre las cualidades de Dembélé. El francés ensciende la llama de la ilusión del Camp Nou en algunos partidos. En otros, puede llegar a ubicarse en la lista de los jugadores que más emociones encontradas despiertan entre los seguidores del Barcelona.

En el mundo existen dos tipos de líderes: por un lado están aquellos que despiertan odios. Por el otro, los que mueven a sus seguidores a través de la unión,de los buenos resultados. De amores. Ousmané Dembélé (25) es uno de los pocos hombres que encaja en las dos descripciones de un líder: por momentos, es el deportista que más sentimientos encontrados despierta en el FC Barcelona. En otros instantes es solución. Es alegría. Es desborde. 

El domingo, Ousmane Dembélé fue el líder que encarriló la victoria del Barça ante el Athletic por 4-0. Los vascos sucumbieron frente al poderío del extremo francés. La velocidad. El regate. La potencia. Esas virtudes fueron demasiado para una defensa diesmada que, además, intentó controlar a Robert Lewandowski (34), artífice de un doblete en el Camp Nou. 

La escena que vivió el Camp Nou con el atacante frente al Athletic es habitual, pero no constante. Es complejo entender a Dembélé. El jugador el domingo fue un bálsamo de llegadas. De balones a la espalda de los centrales. De centros enviados de forma milimétrica que conectaron con Lewandowski. 

Hace una semana, el paradigma de Dembélé era otro. Su actuación en el clásico no colmó las expectativas de Xavi. El catalán apostó por Dembélé y el jugador no rindió. Es más, en algunas acciones llegó a desquiciar hasta a sus compañeros. El doble marcaje de Carvajal y Varlverde liquidó al extremo. Lunin, el novato que debutó en su primer encuentro contra el Barca, ni siquiera recibió un remate suyo.

Además de la presentación de Dembélé en el Bernabéu, su nivel en los dos partidos del cuadro culé frente al Inter dejó poco que desear. El equipo italiano se convirtió en un rival estructurado que limitó la movilidad del extremo. La línea de cinco defensores controló a la perfección el sistema ofensivo culé que, abrumado por la necesidad, perdió más de seis oportunidades.

El Dembélé de dos mundos

El atacante es el reflejo de dos mundos: en unos partidos, es un rempálago que ilumina a un Barcelona tenue, plano, tibio. El otros, participa en fallos de definición, no genera acciones de riesgo, deja espacios en el mediocampo que terminan transformándose en contragolpes letales. 

Definir a Ousmane Dembélé en una palabra es una tarea difícil. El jugador no es un sólo personaje en el transcurso de la temporada. Aunque el escenario en el que el francés actua complica encontrar un concepto que se acerque a sus cualidades, la dualidad, el ying y el yang, el blanco y el negro, son algunos reflejos que encajan a la perfección en el universo de un deportista con virtudes desmesuradas.

Dembélé divide a la afición del Barcelona entre odios y amores. Es imposible quererlo por completo, pero es más difícil aún odiarlo después de una excelsa actuación del domingo ante el Athletic. El jugador es una especie de no puedo vivir contigo pero no puedo vivir sin tí. 

En medio de esta novela, Dembélé logró algo que es necesario en el FC Barcelona o en el Real Madrid. A diferencia de muchos nombres que pasan por el Camp Nou y el Bernabéu que son olvidados, el francés deja un recuerdo que no se borrará. Un recuerdo enloquecedor. Un recuerdo de esos que son necesarios para aliviar una tarde llena de contratiempos. Un recuerdo de esos que hacen pensar que el tiempo pasado no era tan dramático y era parte de un juego llamado fútbol, en donde no todo puede ser perfecto y en donde los claro-oscuros son importantes para recuperar o perder el sentido.