Carlos Alcaraz se enfrentaba este lunes a un duro rival, Karen Khachanov, al que siempre había derrotado por la vía rápida (así fue en Roland Garros, en Hamburgo y en el Mutua Madrid Open). Pleno de victorias, con rumbo perfecto e inmaculado, en todos sus enfrentamientos directos. Pero esa favorable estadística no era ninguna garantía de éxito en el Abierto de Pekín, donde estaba en juego el billete a las semifinales.
El murciano gozó de su primera oportunidad de rotura en el juego inaugural, una situación que se invirtió poco después. Ninguno de ellos tuvo el acierto y la determinación necesaria durante esos compases iniciales, pero todo cambió a partir de un certero revés del vigente campeón de Wimbledon. La alegría apenas se mantuvo en el tiempo, ya que el moscovita reaccionó de la mejor forma posible y devolvió las tablas al marcador.
Khachanov sufrió muchísimo de cara a mantener el servicio y establecer el 5-4, al contrario que su oponente. Tras haber acariciado el ansiado premio, el jugador de El Palmar volvió a ponerse en ventaja para luego poner el 5-7 definitivo. Como en los anteriores enfrentamientos directos, Alcaraz se mostraba implacable de nuevo contra el 27º del ranking. Sin embargo, el trabajo no estaba realizado por completo aún.
El reto que tenía ante sí Karen era mayúsculo, y es que tenía que hacer lo que nunca había conseguido hasta ahora: ganar un set frente a Carlos. Y no sólo bastaba con romper esa barrera inédita, sino que tenía que lograrlo por partida doble si quería conservar sus posibilidades de seguir adelante en la competición. Y sus opciones se desvanecieron con dos quiebres del tercero del mundo, quien finalmente mandó a través de un contundente 2-6.