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13 años del partido interminable: tres días de tenis entre Isner y Mahut en Wimbledon

Miguel Baeza
Isner y Mahut posan con el marcador tras su histórico partido.
Isner y Mahut posan con el marcador tras su histórico partido.Profimedia
Se cumplen 13 años del partido más largo de la historia del tenis. John Isner (38) y Nicolás Mahut (41) batallaron entre el 22 y el 24 de junio de 2010 sobre la hierba de Wimbledon durante 11 horas y 5 minutos interminables.

"El partido más largo se jugó en esta pista entre el 22 y el 24 de junio de 2010. John Isner, de Estados Unidos, venció a Nicolás Mahut, de Francia, por 6-4, 3-6, 6-7, 7-6 y 70-68", reza una placa en la cara sur de la pista 18 del All England Lawn Tennis & Croquet Club de Londres, lugar donde se celebra el mítico Wimbledon.

Ahora, esa impronta recuerda con nostalgia un récord que será realmente difícil de superar, sobre todo con la implantación del super tie-break como método para desempatar el quinto set de los Grand Slams. Sin embargo, en aquél momento los jugadores lo único que deseaban era que terminase un martirio que aumentaba su sufrimiento a medida que transcurrían los golpes.

Es caprichoso el tenis. Se sabe cuando comienzan los encuentros, pero no cuando acaban y en esos tres días de junio de 2010 se encaprichó más que nunca. Nada menos que 11 horas y 5 minutos quiso que durase una contienda marcada por su quinta manga, cuyo desempate se alargó hasta los 138 puntos en total.

Placa conmemorativa del partido entre Isner y Mahut.
Placa conmemorativa del partido entre Isner y Mahut.Profimedia

La exigencia de la cita fue demoledora para Isner, que terminó roto. Le resultó imposible competir en su partido de segunda ronda a causa del desgaste y colapsó ante Thiemo Bakker por 6-0, 6-3 y 6-2 en una hora y 14 minutos. Algo normal después de comenzar a jugar un martes a las 18.33 (hora de Londres) y terminar un jueves a las 16.48.

Aún así, el estadounidense salió satisfecho de la ya legendaria pista 18: "Cuando acabó el partido, pensaba que era un sueño. No pensaba que esta clase de partido se pudiera jugar, así que esperaba despertarme. Pero esto es algo mejor que un sueño. Puedes soñar con ganar un partido 22-20 o 34-32, pero no 70-68. Esto es mejor", expresó el ganador de aquella encarnizada batalla.

Un quinto set que detuvo el marcador

La primera suspensión llegó por falta de luz con empate a dos sets en el marcador. Algo relativamente normal en duelos al mejor de cinco. Sin embargo, cuando todo indicaba que la victoria se resolvería rápidamente al segundo día, irrumpió la dramática e histórica quinta manga.

Un miércoles fatídico a la par que memorable se rebasó el récord de choque más largo de todos los tiempos cuando se alcanzó el 32-32 a las 6 horas y 34 minutos. Lejos de que uno de los protagonistas se decidiese a cerrarlo, llegaron al 47-47, momento en el que se apagó el marcador al no estar programado para contar tanto. Así, continuaron hasta el 59-59 con el que se echó el cierre a la segunda jornada de hostilidades entre Mahut e Isner.

Ya el jueves, el americano consiguió imponerse 70-68 y poner fin al drama. El quinto set dejó números como los 183 juegos que tuvo, sus 980 puntos o los 113 'aces' del ganador y los 103 del combativo tenista francés.

El destino, o unos encargados del sorteo muy avispados -las probabilidades eran de una entre 142-, quiso que ambos se viesen las caras en 2011. Entonces, John Isner procedió por la vía rápida ganando en tres sets y poco más de dos horas.

Dimensiones Reales

Lo que sucedió durante aquellos días de finales de junio en Wimbledon fue una de las mejores promociones que ha tenido el tenis en los últimos tiempos. Tanto fue así que la mismísima Isabel II, reina de Inglaterra, se dignó a personarse en esa memorable pista 18 para ver en directo el espectáculo ofrecido por dos tenistas realmente nobles. De ese modo, puso fin a una sequía de 33 años sin pisar el All England Club.

Algunas estadísticas del partido entre Isner y Mahut
Algunas estadísticas del partido entre Isner y MahutProfimedia / Flashscore

Aquella batalla devolvió el deporte a su esencia. Isner y Mahut jugaron por la victoria, sí, pero fue el amor por la raqueta, su corazón, lo que les dio fuerzas para continuar cuando la cabeza, por sí sola, hubiese dicho "basta".

Demostraron que, en esta era corporativa en la que atletas muy bien pagados reciben el tratamiento de dioses, el deporte en su estado más puro sigue siendo unificador. A veces, los atletas se superan a sí mismos, acarician la grandeza y nos recuerdan que también hay algo grande en el interior de cada uno de nosotros.