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El pirata Alcaraz aborda el barco de Tiafoe tras una batalla de cinco sets

Miguel Baeza
Alcaraz, ganador actual de Wimbledon
Alcaraz, ganador actual de WimbledonAFP
Como si de una batalla naval se tratara, ambos tenistas intercambiaron cañonazos sobre la Pista Central de Wimbledon. Tras unas maratonianas 3 horas y 53 minutos, el español/estadounidense logró pasar a octavos de final ganando 7-5, 2-6, 6-4, 7-6, 6-2.

Sin conceder ningún set en sus dos partidos anteriores llegaba Carlos Alcaraz a la tercera ronda de Wimbledon. Enfrente aguardaba Frances Tiafoe, número 29 del mundo, un rival de mayor categoría que, a priori, exigiría más al tenista murciano.

A causa de la lluvia imperante durante toda la jornada en Londres, el primer enfrentamiento de ambos contendientes sobre hierba se produjo en una Pista Central del All England Lawn Tennis Club con el techo cerrado. Nada podía impedir que el vigente campeón se sometiera a su primer test serio en la presente edición del certamen.

Mucho más entonado que en el inicio de los duelos ante Lajal y Vukic, Carlitos arrancó endosándole un 40-0 al estadounidense en el primer juego, en el que disfrutó del servicio. Sin embargo, Tiafoe, haciendo gala de potencia, devolvió el tanteo inmaculado en el 1-1.

El comienzo anticipaba un bombardeo en el que los protagonistas, como dos piratas, confiarían en su amplísimo repertorio ofensivo para asaltar el navío enemigo. Y es que la capital británica fue una de las mayores impulsoras de la piratería, por lo que no existía mejor océano en el que desarrollar una batalla de filibusteros que la Central de Wimbledon.

Balas casi ilimitadas

Francis Drake, Henry Morgan o John Hawkins fueron algunos de los bucaneros que aterrorizaron a los que surcaban los mares en nombre de la corona inglesa. Sobre todo, fueron la pesadilla de la marina española durante un largo período de tiempo entre los siglos XVI y XVII.

Ahora, en 2024, un norteamericano y un español, que ya había robado la plata dorada que baña la Challenge Cup del Grand Slam londinense, se batían por ver cuál de ellos contaba con más munición con la que hundir el buque que ocupaba el otro lado de la pista.

Frances Tiafoe basó su juego en los aces y responder a los ataques propuestos por Alcaraz. Mientras tanto, el murciano, con su magia característica, minaba las defensas del americano mediante golpes de calidad. Así, llegó la primera rotura para el joven de El Palmar, en el sexto juego del primer set (4-2). Parecía un punto de inflexión en el encarnizado duelo, pero el 29 del mundo se repuso devolviendo el break inmediatamente, demostrando que todavía le quedaban muchas bolas de cañón por lanzar.

Muy pronto tuvo que imponer Carlos su condición de rey en el mar de Wimbledon, agitado por las tres bolas de rotura conseguidas por el de Estados Unidos con las que casi se adelanta 5-4. Aun con todo, el tropiezo en el servicio del número 3 de la ATP llegó en el 6-5. Con más pólvora que nunca, el de las barras y estrellas cerró 7-5 el set con tres aces en el último juego.

Aguas turbulentas

La lluvia del exterior agitó el interior de la Pista Central. Entre grandes olas y cañonazos sin cuartel de Tiafoe, Carlitos no se encontraba nada cómodo. Comenzaba a perder el cargamento y, mientras que su contrincante ganaba los saques propios con facilidad, a él le costaba Dios y ayuda sacarlos adelante.

Pese a las dificultades, el defensor del título calcó lo sucedido en la primera manga y rompió el servicio del estadounidense para colocar el 4-2 en el electrónico. A diferencia de la otra vez, esta no falló. Confirmó la ventaja con el 5-2 y la convirtió en éxito llevándose el segundo capítulo por 6-2.

Poco a poco, el español fue tapando las fugas en su barco y aprendiendo a navegar las aguas turbulentas a las que le condujo el tenista yanqui. Como en las dos rondas iniciales, Carlos tuvo que pasar por un bache antes de ofrecer su mejor tenis.

Tras una hora y 36 minutos, todo seguía como al principio: empatado. Ninguno de los contendientes estaba dispuesto a permitir el abordaje enemigo. Cada uno con sus armas, el potente servicio y las subidas a la red por parte del americano; y la sólida derecha y mentalidad inquebrantables del campeón, el enfrentamiento llegó a su punto álgido.

Tratando de llevarse la guerra a su terreno, Alcaraz trató de alargar los intercambios en el arranque del tercer set, que llevó la campaña más allá de las dos horas de duración. El espectáculo fue una maravilla, con dos portentos físicos exprimiéndose al máximo sobre la ya algo desgastada hierba londinense.

El despliegue de capacidades atléticas propició puntos alucinantes con ambos corriendo de un lado a otro de la pista y alcanzando bolas imposibles. Desde el punto de vista del murciano, lo más negativo fue que su oponente no flaqueaba mentalmente, lo que le ayudó a ponerse 4-3 arriba con break favorable.

Remar contra corriente

Le tocaba al número 3 del mundo volver a empujar desde abajo. Arrastrado a las profundidades por el tsunami de Maryland, exteriorizó un enorme enfado por la deriva de los acontecimientos y entregó la tercera manga en un ajustado 6-4.

El estadounidense obtuvo un 2-1 de ventaja y ambos capitanes se sentaron en su camarote aguardando el que podía ser el acto definitivo de una batalla en la que los tripulantes del navío americano comenzaban a colarse en la cubierta española.

El orgullo y el lema de los antepasados bucaneros españoles, cabeza y corazón no iban a permitir el abordaje americano. El español trató de darle la vuelta al marcador, pero todo seguía igualado y ninguno cedía su servicio.

Los intercambios se le hacían largos al murciano, pero al de Hyattsville le estaba saliendo todo. A Alcaraz solo podía seguir creyendo en su juego. Tiafoe forzaba un tie break en el cuarto set cuando llevaban ya 50 minutos de juego. El cansancio, aunque resulte contradictorio, le dio energía al español. Alcaraz conseguía un 7-2 para forzar el quinto set.

El último disparo certero

El último set lo ganan quienes más fresca tienen la cabeza y Alcaraz ya tiene mucha experiencia a pesar de su corta edad. Tardó un solo juego en hacerle una rotura de servicio, algo que no pudo hacer en todo el cuarto set. No se demoró en volver a repetirlo, se puso 4-1 y ya recargaba el revolver para finiquitar un partido que, a priori, no iba a ser tan complicado.

El último set fue un trámite para el tercero del mundo y consiguió avanzar a la siguiente ronda de Wimbledon tras un ajustado encuentro.

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