Una revolución francesa se lleva por delante a Pablo Carreño en Australia
Empezó bastante bien el encuentro para el asturiano porque le rompió el saque a su rival, algo que se repitió minutos más tarde pese a que él mismo estuvo muy cerca de perder el servicio en el juego anterior (salvó dos bolas). Después de ponerse con 5-2 a favor, que parecía casi definitivo para establecer el primer punto, falló en dos ocasiones para cerrar el set y dio algunas posibilidades a su oponente, pero a la tercera sí logró dar el esperado golpe, que se hizo un poco de rogar (6-4).
La segunda manga también tuvo un inicio parecido porque Carreño le robó el break a Bonzi, aunque tuvo dos ademanes, tras salvar un par de pelotas en el juego previo. A partir de ahí fue todo rodado y siguió su curso más natural, sin ninguna ruptura de saque y ni siquiera oportunidades para que eso ocurriera (por ambos bandos). Directo, seguro, solvente y fiable: así se mostró el tenista español, que tampoco disputará la tercera ronda del Abierto de Australia, igual que Rafa Nadal y Casper Ruud.
Lo tenía todo a favor, pero pronto llegó el sufrimiento porque el francés siguió ofreciendo mucha pelea, aunque con ciertas carencias (perdonó hasta dos puntos de set). Dada su falta de eficacia en esos momentos decisivos, lo fió todo al tie break para continuar con vida en Australia (a título individual al menos), un escenario de gran presión en el que Benjamin sacó una buena versión y, pese a desaprovechar otras tres pelotas para hacer el 2-1, alargar el partido durante un buen rato.
Tras el susto, la debacle
Superado por la situación, como desencajado, Carreño vivía una situación muy diferente a la de su compatriota Bautista, que lograba salvar un 2-0 en contra para mantenerse con vida en el torneo. Su espíritu pareció contagiar al tenista equivocado, a un Bonzi dispuesto a seguir esos mismos pasos frente a, eso sí, un rival de mayor enjundia (número 15 del ranking ATP).
Pablo encaró la quinta manga de diferente manera, como si otro partido hubiera empezado, pero la realidad es que perdonó cuatro bolas para romper el break entre el primer y el tercer juego, una menos que su oponente (cinco) cuando se acariciaban ya las cuatro horas... pero en su caso para ganar el partido. Todo se resolvió en el superdesempate, una vez superada la media jornada laboral, donde Bonzi encontró el premio y, a la sexta (4-10), selló el pase a la tercera ronda del Open de Australia.
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